Diligenciar el formulario de crédito
Conversemos aquí
Tienda Virtual
Noticias de actualidad
El barrio de Medellín en el que Alemania invirtió millones de euros

El barrio de Medellín en el que Alemania invirtió millones de euros

Categoría noticia: Energía Solar

En la memoria de la gente todavía estaba fresco el recuerdo de un deslizamiento de tierra que sepultó seis viviendas a la 1 de la tarde del lunes 12 de junio de 2017. En video, quedó registrado el angustioso momento en que la montaña empezó a crujir y la tierra se vino abajo. Los gritos y la algarabía se apoderaron de la zona por más de 30 segundos.

 

“¡Mi gente, mi gente!, ¿Qué pasó?”, gritó Alirio Agudelo, de 76 años, cuando salió de su casa al ver el alboroto por la ventana. “No entendía lo que pasaba, pero luego reaccioné”, recordó el líder comunitario. A pesar de la magnitud de lo sucedido, no hubo muertos ni heridos esa tarde.

 

Por un lado, la hora en que sucedió el movimiento en masa favoreció a que la mayoría de los habitantes de las casas sepultadas estuvieran por fuera, estudiando o trabajando. Por otro, las mismas personas de comunidad monitorearon la montaña y lograron identificar señales de movimiento con las que alertaron a sus vecinos.

 

Fue eso, precisamente, lo que hizo que dos años más tarde, en 2019, el profesor alemán Christian Werthmann y un puñado de académicos europeos llegaran a Bello Oriente para hacer realidad un proyecto único en su tipo en todo el mundo.

 

La roca jabonosa

 

A 2.130 metros sobre el nivel del mar, en lo más alto de la comuna 3, Manrique, y en pleno límite urbano de Medellín, se encuentra el barrio Bello Oriente. Desde sus calles se alcanza a ver de cerca la aguja del edificio Coltejer, en el centro de la ciudad, pero a pesar de su proximidad, llegar hasta allí puede tomar más de una hora.

 

Incluso, una parte de sus casas de madera y techos de zinc se asienta sobre los límites del corregimiento de Santa Elena y a unos cuantos metros del parque Arví. Cerca del 42 por ciento de sus habitantes, en su mayoría campesinos desplazados que huyeron de la guerra en Antioquia y otras regiones del país desde hace 40 años, viven en zona de alto riesgo por movimientos en masa.

 

Es decir, unas 1.659 personas de las 3.929 que tiene el barrio, viven con temor a que la montaña arrase con sus vidas y sus casas. Apenas un 28 por ciento se ubica en terrenos que tiene un riesgo nulo.

 

El geólogo David Cerón, quien acompañó el recorrido de EL TIEMPO por la zona, explicó que Bello Oriente se asienta sobre una roca volcánica proveniente del pacífico llamada ‘dunita’. Por las deformaciones y quiebres con el paso de los milenios, tuvo cortes precisos que hoy en día hacen que sea propensa a deslizamientos.

 

“Tenemos dos rocas, una sobre otra, con un material jabonoso en el medio, que con la saturación del agua, principalmente por las lluvias, puede ocasionar movimientos en masa”, comentó Cerón.

 

Según el mapa de riesgos naturales del Departamento Administrativo de Planeación de Medellín, en la ciudad hay 86 zonas de alto riesgo no mitigable en 11 comunas y 5 corregimientos.

 

Y 634 sectores de la ciudad tienen alguna condición de riesgo por daños o pérdidas que se han presentado o puedan presentarse en el tiempo por la ocurrencia de movimientos en masa, inundaciones o avenidas torrenciales. Un panorama crítico en medio de plena temporada de lluvias del año, con el agravante del fenómeno de La Niña.

 

Los sensores

 

“Alemania es un país altamente desarrollado y tiene una deuda que pagar por su industrialización. Por eso tenemos la tarea de apoyar a otros países del mundo con su adaptación a los problemas por el cambio climático”.

 

Así justificó el profesor Werthmann el hecho de que el Ministerio Federal para la Educación y la Investigación de su país haya financiado, con 2,3 millones de euros, el proyecto Inform@risk de la Universidad Leibniz de Hannover, Urbam de Eafit y otras instituciones académicas, estatales y comunitarias de Alemania y Colombia.

 

La idea nació en 2009 cuando Werthmann trabajó en la Universidad de Harvard, en Estados Unidos. Un profesor de Eafit lo invitó a Medellín para que conociera de primera mano los problemas por deslizamientos y asentamientos irregulares de la ciudad.

 

Desde entonces inició la investigación que se convirtió en realidad en 2018 con la financiación pública y se materializó un año más tarde con la elección del barrio, entre otros 15 sitios potenciales por su alto riesgo en Medellín.

 

Hoy en día, Bello Oriente tiene 70 ‘loras’, 38 inclínometros y un kilómetro de cable, dividido en dos, que están empezando a detectar los movimientos del suelo y algunas estructuras de la zona. Además, hay una sirena, rutas de evacuación y cinco puntos de encuentro en caso de que se presente una emergencia. Incluso, en el último año se han realizado dos simulacros y uno de ellos contó con la participación de los bomberos de la ciudad.

 

“Mi comunidad duerme más tranquila. Esta es una alerta importante para el barrio, porque dejamos los nervios a un lado. Yo me siento muy agradecido con las personas que lo gestionaron”, comentó Agudelo quien lleva 18 años viviendo allí y hoy en día es una de las personas que más ha apoyado su implementación.

 

El ingeniero ambiental Julián Castañeda aclaró que no ha sido un trabajo fácil. “Cuando vamos por las casas, las personas no identifican este riesgo. Hay otras prioridades como comprar el mercado o pagar el arriendo”, apuntó.

 

A eso se le suma el problema de las construcciones irregulares: “Las casas no tienen escrituras, si alguien quiere vender lo hace a través de un contrato de compraventa”. O el temor a que sean expulsados nuevamente. “Ya me sacaron de un lugar, no me van a sacar de este”, citó Castañeda lo que dicen las personas del sector.

 

Por esto, en los últimos tres años, el equipo de académicos ha adelantado diferentes trabajos de apropiación con la comunidad. Precisamente, por su carácter participativo, se espera que tengan un rol activo en el funcionamiento del sistema una vez termine todo el proceso de investigación.

 

“Los equipos están en constante interacción con la comunidad. Tienen su protección para que no estén a la intemperie, pero eso hace que haya un mayor sentido de asociación. Por ejemplo, hasta ahora no hemos tenido ningún hurto”, explicó Carolina García, coordinadora del proyecto en Colombia.

 

El futuro del proyecto

 

Los sensores instalados en el barrio, algunos en las paredes de las casas y otros enterrados a 50 metros de profundidad, detectarán los movimientos del suelo y enviarán la información a las estaciones centrales que se encargarán de monitorear la información. El profesor Werthmann es claro en señalar que se trata de un sistema que está en fase de entrenamiento.

 

Y así lo explicó John Singer, ingeniero geotécnico del proyecto: “No sabemos cómo es la data de un deslizamiento en esa zona, por lo que tenemos que entrenarlo. Hay algunos movimientos pero pueden ser pequeñas perturbaciones”.

 

En el futuro, cuando el sistema opere en un 100 por ciento, los habitantes de Bello Oriente podrán acceder a una aplicación en línea en la que verán el estado del suelo e identificarán los niveles de alerta según sea el caso. Pero para que eso suceda también se tendrán que resolver otros problemas como la conexión a internet en el barrio.

 

El sistema es único en el mundo, básicamente, porque hasta ahora los deslizamientos son monitoreados en zonas donde ya en ocurrido antes. “Es casi imposible predecir dónde sucederá el próximo”, advirtieron los expertos. Sin embargo, una ventaja del proyecto es que gracias a la expansión de tecnologías como internet de las cosas, ahora es más barato desarrollar pequeños sensores.

 

De hecho, la data y programación del sistema informático son de fuente abierta, lo que significa que cualquier persona puede acceder en línea para ver cómo funciona e incluso replicarlo.

 

A partir de enero de 2023, la alcaldía de Medellín, a través del Departamento Administrativo de Gestión de Riesgos de Desastres deberá hacerse cargo del proyecto en su operación y mantenimiento. La coordinadora García estima que los gastos oscilarán entre los 200 y 600 millones, al menos para la próxima vigencia, mientras se consolida el sistema.

 

Los expertos señalaron que según su éxito y las condiciones de otros sectores y barrios, el proyecto podrá replicarse en la ciudad en los próximos años. “Es necesario invertir en la prevención de desastres, en lugar de ser reactivos”, manifestó el ingeniero Castañeda, quien inició como voluntario y ahora está vinculado al proyecto.

 

“Es una gran oportunidad de dar pequeños pasos hacia la adaptación para el cambio climático, que es uno de los retos de nuestro planeta. Pero la mayor motivación es contribuir, al menos un poco, a que alguien que vive en zona de deslizamiento duerma mejor”, concluyó Werthmann.

 

 


Fuente:
eltiempo

Certificado responsabilidad social

Es un honor para Ambiente Soluciones formar parte de la sociedad BIC. La empresa ha redefinido su modelo de negocio para generar valor económico, social y ambiental en aras del bienestar de sus trabajadores, la equidad social y la protección del medio ambiente.

ALIADOS, CERTIFICACIONES Y AGREMIACIONES